Hace ya bastante tiempo (casi cuatro años y medio, cómo pasa el tiempo) escribí sobre las ventajas de compartir el conocimiento. Me váis a disculpar una vez más por salirme un poco del tiesto cuatro años después, y que hoy no hable de seguridad ni de auditoría.
Confieso que escribí esa entrada algo enrabietado, y recuerdo por qué lo hice: jamás entendí la postura de un amigo que, lejos de compartir el conocimiento que atesoraba, se lo guardó para sí, creyendo que así estaba reduciendo las posibilidades de que más personas supieran lo que el sabía y pensando que al no divulgar este know how, estaba creándose una ventaja competitiva. Este chico pensó que la mejor manera de jugar con ventaja era no compartir con nadie su conocimiento, y aunque es cierto es que en ese momento su acto sí le hizo tener una posición ventajosa, la ventaja terminó siendo bastante efímera. El mundo no es tan grande a fin de cuentas, y cuando lo que se tiene lo tienen otros, tarde o temprano encuentras a alguien que al que no le importa cederte su conocimiento.
El tiempo nos pone a todos en nuestro lugar, y este caso que os comento no ha sido una excepción. Por desgracia, desde ese día hasta el día de hoy he presenciado muchos casos similares, situaciones donde una y otra vez determinados individuos, cercanos y no cercanos a mi círculo, han practicado la absurda teoría de «lo que sé es mío, y no te voy a contar nada». Especialmente grave es que esas conductas son muy habituales, al menos en mi experiencia, en sujetos con conocimientos que no han generado, sino que han absorbido de otros, total o parcialmente, y que por tanto, no son de su plena autoría. Quieren esconder debajo de una piedra algo que ni siquiera es suyo, pero amigos míos, en Internet ya no hay secretos, y al final, aparecen las similitudes y ese conocimiento aflora, porque somos muchos los que estamos intercambiando información en la Red, y son muchos los que tarde o temprano, escriben, opinan, narran o documentan lo que otros se empeñan en esconder bajo la alfombra.
En julio de 2004 dije que sólo entendía la postura de aquellos que retenían el conocimiento que ellos mismos habían generado, porque al final, somos libres de decidir qué queremos divulgar, y qué nos queremos guardar, y hay que respetar el secreto industrial y la decisión de hacer público algo o no. Lo sigo pensando, y lo seguiré pensando, aunque eso no quita que aunque lo respete, siempre prefiera que se tienda al aperturismo, porque estoy muy convencido que mostrar tu conocimiento crea valor, te refuerza y permite que las personas que tienen interés en lo que tú sabes aprendan de tí, y eso, mal que les pese a los escondebajopiedras, no suele ir en contra de los modelos de negocio, sino todo lo contrario: hace despertar interés en tí, en tus productos, servicios, habilidades y conocimientos, y eso, si por ejemplo lo aplicamos al ámbito empresarial, se traduce, tarde o temprano, en negocios. Del ámbito personal no opino, cada cual que valore lo positivo o negativo que es tener a personas cercanas con las que intercambiar conocimiento día tras día.
Si os he soltado esta parrafada inacabable es porque me ha gustado mucho ver que Enrique ha anunciado que muchos de los excelentes materiales didácticos de la institución para la que trabaja han sido liberados bajo Creative Commons, y aunque me consta que Enrique es de esas personas que aboga por compartir su conocimiento no sólo hoy, sino desde hace mucho, pienso que el gesto que han tomado en el Instituto de Empresa es un ejemplo a seguir.
Cuando se invierte para producir materiales y crear contenidos originales, abrirlos al mundo es algo que incrementa su valor, no lo disminuye
Porque el valor no está en hacer fotocopias de los materiales ni en mantenerlos escondidos en oscuras criptas, sino en otra serie de factores mucho más difíciles de imitar
¿Para qué añadir más? Felicidades, Enrique. Los contenidos liberados están disponibles en http://openmultimedia.ie.edu/index_e.html
Ni que decir tiene que no guardo relación profesional alguna ni con Enrique ni con el Instituto de Empresa, y que no escribo esto para ser un engranaje más en el marketing viral que desencadenan estos anuncios. Lo escribo porque estas personas han hecho lo que yo trato de hacer siempre que me siento delante del teclado, y eso me hace sentirme identificado con el gesto.
Un saludo,
Totalmente de acuerdo, con la exposición y con la liberalización de Enrique.
Es una situación que veo a diario, y no lo voy a entender nunca. nadie es imprescindible y la ciencia infusa no existe, por lo tanto, de algún sitio «adquirimos» nuestro conocimiento y creo sinceramente que es de ley devolver lo que se coje.
Ya se sabe…. es aquel dicho totalmente anticuado de «la información es poder». Las cosas han cambiado mucho y todo acaba filtrándose como el agua.
La iniciativa de IE es digna de elogios.
que rule que rule ………… :-)
Creo que la gente que usa como estrategia ocultar conocimiento o que opta por no compartirlos solamente denotan sintomas de inseguridad profesional y miedo a ser sustituibles. La gran verdad es que nadie es imprescindible pero el mundo debe empezar a pensar en la Economia 2.0 basada en «personas 2.0» frente a «egoistas 1.0».
HOla Sergio,
enhorabuena por este texto y por tu sinceridad al reconoocer el valor de Enrique / IEmpresa.
En relación a esconder conocimientos:
se ve mucho en el mundo informático.
Pero, no sé si es más por ahorrar tiempo.
Es decir, no invertir tiempo en contar algo a alguien;
acción que no revertirá en tí algún beneficio inmediato.
Podría cerse como un egoista de tiempo. !?
Por otra parte, Javier CAO, ha usado unos términos muy bien traidos:
» …Economia 2.0 basada en “personas 2.0″
frente a “egoistas 1.0″.
»
Quizás sea economía de tiempo, no invierto en esos valores, ya que no tendré plusvalías.
Sergio E.
Los materiales didácticos son el producto, no el conocimiento que permitió ensamblarlos y estructurarlos. Eso permanece contigo y sólo tácitamente se encuentra plasmado en los contenidos. Así que lo que se está compartiendo es el producto final no la idea original.
De todas formas, las ideas que surgen o resurgen con su distribución bajo Creative Commons no se desmerecen por ello. Al fin y al cabo yo también puedo darme cuenta de las inseguridades de las personas que no comparten lo que saben: el miedo a ser finalmente sustituidos. Una filosofía mejor es compartir todo lo que sabes para obligarte a construir nuevo conocimiento que te permita estar siempre un paso más adelante que tus competidores, que en el mundo de la capacitación en la cual me desenvuelvo, a menudo son mis propios alumnos.
Hablando de regalos y cosas así me vino a la mente la historia de lo ingleses cuando quisieron venderle lámparas de petróleo a los hindúes, nadie las compró porque preferían sus velas o las lámparas de aceite. Entonces, regalaron las lámparas de petróleo y luego les vendieron el petróleo. Cambió el giro del negocio, pero era negocio al fin.
Linux se regala, con la idea de difundirse rápidamente ¿dónde está el negocio? En el mantenimiento y los servicios. Al menos eso es lo que se pretende. El razonamiento es el mismo: la misma idea de los ingleses.